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jueves, 4 de febrero de 2010

Héctor, 1943-2001
















Esta historia se repite, con otros sustantivos y adjetivos,
en incontables familias alrededor del mundo.


A ellas la dedico






Cálido y amable, galante, inteligente como pocos, amante de la buena música, fumador desde su adolescencia, de sonrisa amplia, piel canela y ojos del color de la miel. Así era éste caballero que a sus 58 años de edad perdió la armadura, el corcel y la fuerza para luchar contra el monstruo que durante dos largos años lo atacó: el cáncer. Hoy es el día mundial de la lucha contra esta enfermedad, propicia ocasión para relatarles la historia de Héctor, mi padre.

Había tomado la decisión de disfrutar del golf todos los días que le fuera posible una vez cumpliera con las formalidades requeridas para jubilarse de la empresa a la que le dedicó más de la mitad de su vida, y Diciembre de 1999 –con sus lluvias torrenciales causantes de la muerte de cientos venezolanos en vísperas de un nuevo siglo- se convirtió en su último mes de trabajo. Contaba los días. ¿Es que la vida comienza cuando ya no laboras? No. La vida transcurre y se disfruta con verbos conjugados en tiempo presente.

Los partidos de golf durante sus primeros días en condición de jubilado estuvieron acompañados de quejas por un dolor en la rodilla, y para el momento en que mi madre – esa tocuyana testaruda de temple inquebrantable y hermosos rasgos felinos que conquistó el amor de mi padre a mediados de la década de 1960 – logró convencerlo de realizarse un chequeo médico, era tarde. Marzo de 2000 nos sorprendió, no gratamente, con la noticia: cáncer óseo producto de un tumor primario ubicado en los pulmones. La enfermedad se había instalado en su cuerpo sigilosa y asintomáticamente. Palabras como: metástasis, quimioterapia, radioterapia, oncología, quirófano, se sumaron a nuestro vocabulario y dejaban un sabor agrio en nuestras bocas cada vez que las pronunciábamos.

Los meses que se deslizaron en la vida de la familia a partir de ese Marzo solo se pueden describir como una vorágine de experiencias y sentimientos que marcaron un hito. Los tratamientos no funcionaron. Solo pudimos acompañar la batalla de este caballero con consuelo, cercanía, comprensión, abnegación y así, en Septiembre de 2001 – mientras el mundo lloraba la pérdida de cientos de almas por un abominable acto terrorista en la ciudad favorita de mi padre- se nos fue.

Celebrar hoy el Día Internacional de la lucha contra el Cáncer es mucho más que recaudar fondos para la investigación, desarrollo de tratamientos o de la cura misma. Es más que recordar a los que ya no están por causa de tan temida afección. Mientras grandes científicos dilucidan los misterios del cáncer, el fin último de esta fecha debe ser incentivar la información y la prevención. Las precauciones que podamos tomar para evitar contraer tal enfermedad o detectarla a tiempo, son las armas que, batalla a batalla, nos impulsarán a ganar esta guerra.



Ágata G.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente caracterización de este "H"ombre TAN PERO TAN MARAVILLOSO que tuve la suerte y dicha de conocer tan de cerca.
Lamentablemente quiso Dios que nos dejara tan temprano...
Segura de que nos esta observando y protegiendo siempre, en nuestros corazones permanecerá eternamente.....

TE AMAMOS...